Un fracaso que se convierte en éxito luego de 10.000 pasos

Más de un millar de personas vieron el espectáculo en vivo y otros varios cientos por todo Estados Unidos pudieron disfrutarlo en una película que el mismo Edison (Ohio, 1847-1931) había grabado para advertir al mundo sobre el peligro que representaba la corriente alterna de Nikola Tesla. En 1903, el llamado Mago de Menlo Park aplicó 6.600 voltios a la elefanta Topsy, en un show que es sin duda uno de los capítulos más recordados y desafortunados de la llamada Guerra de las corrientes. La lucha entre Tesla, con su corriente alterna –que terminó imponiéndose-, y Thomas Alva Edison y su corriente continua ponen al magnate estadounidense en el lado de los villanos de la historia. Pero como no todo es blanco o negro en la vida de una persona, al mismo tiempo Edison es recordado como uno de los inventores más importantes y revolucionarios de los siglos XIX y XX y el que ayudó a la humanidad a entrar a la era moderna.
Cuando presentó la bombilla eléctrica, Edison fue consultado sobre qué se sentía haber fracaso tantas veces antes de poder presentar su invento. Él contestó: “No fracasé, descubrí con éxito 10.000 maneras en que no funcionaba”.

Thomas Alva Edision y sus colaboradores en su laboratorio de Merlo Park, en 1880.
Foto: Colección www.henryford.org
Se le recuerda sobre todo por su persistencia para lograr sus objetivos, corroborada por las más de mil patentes que inscribió a lo largo de su carrera. Según se cuenta, cuando presentó la bombilla eléctrica a la prensa se le preguntó acerca de cómo se sentía por haber fracasado más de 10.000 veces antes de llegar a la idea que funcionaba. Edison contestó: “No fracasé, descubrí con éxito 10.000 maneras en que no funcionaba”.
Edison, fue el primero en montar un laboratorio de investigación industrial, convencido de que la ciencia era un trabajo en equipo y multidisciplinario y que este era el camino para resolver los reales problemas del mundo. Fue con este equipo con el que trabajó en más de 300 teorías para hacer funcionar la bombilla, que a pesar de que lo que se cree no fue un invento suyo. En 1809 el investigador británico Humphry Davy, conectó un filamento de carbono a los polos de una pila, produciendo luz por un corto periodo de tiempo, lo que se conoce como el primer antecedente conocido. A Davy le siguieron varios científicos y avances, pero fue en octubre de 1879 que Edison creó y patentó la primera bombilla eléctrica que funcionaba (y pudiera comercializarse, ya que también fue un eximio empresario).
El concepto tenía como base un filamento de bambú carbonatado envuelto al vacío en un receptáculo de cristal, lo que le daba 48 horas de vida útil. Como sabemos le gustaba el espectáculo, en la víspera de año nuevo de ese año, mostró su innovación al mundo, encendiendo 40 focos en su laboratorio de Menlo Park, ante la mirada atónita de miles de espectadores.
Junto con ello, desarrolló toda una serie de inventos que hicieran factible el uso de la bombilla: entre ellos ideó un sistema para la distribución de energía eléctrica utilizando tubos y cables. La humanidad dejó de estar a oscuras.
Al morir en 1931, ya se producían en Estados Unidos 320 millones de ampolletas, consumiendo 110,4 millones de kilovatios por hora de electricidad. Las ciudades se iluminaron y dejaron de estar a merced de la luz solar, las jornadas laborales aumentaron y el mundo entró en la modernidad. El año de su muerte, el New York Times calculaba en más de 15 billones de dólares la industria basada en sus inventos, pero sin duda lo más importante es haber dado el puntapié inicial a la vida como la conocemos hoy. Edison estaría satisfecho.